domingo, 29 de mayo de 2011





época colonial 








Para la historia de México el periodo conocido como la Colonia o Virreinato empieza

en el siglo XVI, cuando los españoles, al mando de Hernán Cortés conquistaron la

antigua México-Tenochtitlan. Así fundaron la Nueva España, nombre que los

 conquistadores le dieron a la actual ciudad de México. También se conoce esta

 etapa con el nombre de virreinato porque el país, durante el tiempo que duró, fue

 gobernado por un representante del rey de España que tenía el título de virrey.





primeras expediciones







La primera expediciòn fue en 1517, or

Francisco Hernàndez de Còrdoba, con un grupo

 de españoles, salio de Cuba y arribo en

 Champotòn, en las costas del actual estado

de Campeche, descubriò y exploro a la Isla

 Mujeres y a Cabo Catoche, en la penìnsula de

 Yucatàn.

La segunda expediciòn, en 1518, por Diego

 Velàzquez, gobernador de Cuba, enviò otra

 expediciòn al mando de Juan de Grijalva,

 quien descubriò y exploro un rìo, que

 actualmente lleva su nombre: Rio Grijalva.

 Los expedicionarios bordearon la costa y

 pasaron por los rìos Tonala y Coatzacoalcos.

Al llegar al rìo Papaloapan, Pedro de

 Alvarado, uno de lso capiatanes, navegò por

 sus aguas y volviò admirado de lo que habia

 visto.

En 1518, Diego Velàzquez mandò a Hhernàn

 Cortès, pero al saber de su posible reberdìa,

 Vvelàzque le retirò su aprobaciòn. Aùn asi

 Cortès saliò en 1519, con la expediciòn que

 realizaria la Conquista , la cual mastarde se

 llamaria La Nueva España.

evangelizacion 






La "misión" era una práctica y una institución por la Iglesia católica desde siglos antes, que consistía en establecer una pequeña comunidad de cristianos en un país de no creyentes, con objeto de predicar el Evangelio y que los habitantes aceptaran el catolicismo. En la nueva España se usó como medio de evangelización y de denominación de los indios seminómadas; los religiosos franciscanos la habían ensayado, a mediados del siglo XVI, entre los chichimecas, nombre que daban los españoles a los indios seminómadas que habitaban al norte de Mesoamérica. El trabajo de los frailes fue eficaz y en menos de 50 años habían logrado reducir a la obediencia al gobierno español a los chichimecas que habitaban vastos territorios en los actuales estados de Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes y Zacatecas. Tan eficiente resultó el método misional que el gobierno español lo empleó, y casi siempre con éxito, durante toda la época colonial en la mayor parte de las provincias de la frontera norte de la Nueva España.
Vimos en el capítulo anterior los continuos fracasos de los españoles en su intento por dominar a los indios cahitas por medios militares. Así, en 1589 el entonces gobernador de Nueva Vizcaya, Rodrigo del Río Loza, decidió llevar a cabo la conquista de la provincia de Sinaloa por medio de la misión, para lo que solicitó al virrey y al superior provincial de la Compañía de Jesús que enviaran religiosos a evangelizar a los cahitas. La solicitud fue aceptada y el 6 de julio de 1591 llegaron a la villa de San Felipe y Santiago los religiosos Martín Pérez y Gonzalo de Tapia a iniciar esta tarea y, con ella, una nueva etapa en la historia de Sinaloa.
De las órdenes religiosas que en Nueva España se encargaron de la evangelización de los indígenas, la última en establecerse fue la Compañía de Jesús, a cuyos miembros se les llama jesuitas. Llegaron a la ciudad de México en 1572 para dedicarse a la educación de los jóvenes españoles, que fue su principal actividad en todo el territorio colonial. Pero también debían trabajar en la evangelización de los indios, por lo que aceptaron el llamado del gobernador Del Río Loza y vinieron a Sinaloa. Los jesuitas atendieron a varios grupos de misiones en territorios sinaloenses. El primero y más importante fue el llamado misión de Sinaloa, pero también fundaron otros grupos en la provincia de Durango para la evangelización de acaxees y xiximes, que al extenderse hacia el poniente ocuparon territorios de lo que hoy es el estado de Sinaloa. Estos grupos fueron el de Santa Cruz de Topia, San Andrés de Acaxees y misión de Xiximes, que se localizaron en la parte serrana de la entonces provincia de Culiacán. La historia de la misión de Sinaloa es singular por las circunstancias a que nos referiremos y de ella nos ocuparemos en primer término, para ver posteriormente las misiones de Culiacán.

 caída de México tenochtitlan


La caída de México-Tenochtitlan, la capital del Imperio Mexica,

 fue llevada a cabo mediante la unión de los conquistadores y

 facciones locales que odiaban a los aztecas, estas tribus de

miles de soldados tlaxcaltecas anhelaban acabar con el imperio

 Mexica que los habia sometido y perseguido tantos siglos como

 por ejemplo con las Guerras Floridas que servian para capturar

 prisioneros para los sacrificios aztecas que a menudo iban  

acompañadas de prácticas caníbales. Estos otros imperios y

 tribus pequeñas se unieron a Hernán Cortés sin dudarlo.

 Muchas batallas existieron entre los ejércitos azteca y español,

 aquel compuesto mayoritariamente por indígenas.

El episodio final fue el sitio de México-Tenochtitlan, batalla final

 que marcó la caída de la civilización mexica y que marca el

 final de la primera etapa de la Conquista de México. Siendo la

 conquista de México parte de la colonización española de

América.


La última resistencia de los Aztecas
Los españoles tomaron control de todos los pueblos y ciudades

 en las orillas del lago, bloqueron las salidas de la ciudad y

 cortaron el acueducto que traía agua a la ciudad. Mandaron una

flota de 12 bergantines con un cañón cada uno y miles de

balsas indígenas que arrasaron la flota mexica. Cortés esperaba

 la rendición rápida de la ciudad, pero dentro de esta

Cuauhtémoc ejecutó a todos los nobles que apoyaban el

 negociar con los españoles. Los mexicas se atrincheraron en la

ciudad bloqueando el puerto y los puentes. Cuando vino el

 ataque español por tierra y agua los mexicas lucharon casa por

casa defendiendo su ciudad. El combate se convirtió en una

batalla urbana.
Cuando las fuerzas españolas entraron en la ciudad,

prácticamente cada azotea era una fortaleza enemiga. Una vez

más, los mexicas adoptaron nuevas tácticas, y en esta ocasión

atacaron a los españoles desde sus propios edificios. Esto

 retuvo a los asaltantes durante un tiempo, pero no impidió su

 avance por la ciudad, los españoles empezaron a lanzar

ataques con el fin de quemar las casas para luego retirarse

dejando el camino limpio para cuando volvieran. A principios de

agosto, la mayoría de la población se había retirado a

Tlatelolco. Cortés envió emisarios indígenas de una ciudad

azteca conquistada con el fin de convencer a los tlatelolcas para

que se unieran a su lado y entregar a los refugiados, pero los

tlatelolcas se mantuvieron leales a los mexicas.

Los mexicas se enfrentaron a otro gran problema cuando la

gente de Tetzcoco, todavía leales, cayeron en manos

 españolas. Durante cuatro días, los ejércitos de Alvarado, Olid

 y Sandoval asediaron el mercado de Tlatelolco. Finalmente,

controlaron alrededor del 90% de la ciudad.

Durante todos sus enfrentamientos, los mexicas continuaron la

 práctica de ceremonias tradicionales, tras algunos contrataques

 los aztecas capturaron algunos enemigos que se convirtieron

en los últimos sacrificios humanos que hicieron. Aun así, los

mexicas no podían luchar mucho más, su situación era

desesperada, ya no tenían agua ni alimentos, empezaron a

morir de hambre y sed, llegaron a beber el agua salobre del

 lago y a romper los ladrillos de barro para comer las raíces que

tenían. Tras consultar con los nobles supervivientes,

 Cuauhtémoc inició las negocaciones con los españoles.


 La rendición

Los mexicas se rindieron el 13 de agosto de 1521

. Supuestamente, Cortés demandó el oro perdido durante La

Noche Triste poco después. Cuauhtémoc fue tomado como

rehén y posteriormente ejecutado.

Los mexicas huyeron de la ciudad ya que las fuerzas indigenas

 aliados de los españoles continuaron los ataques incluso

después de la rendición, masacrando a miles de habitantes y

saqueando la ciudad. Dado que esta no era una práctica

habitual en las guerras europeas, esto hace suponer que los

aliados indígenas de Cortés como los tlaxcaltecas tenían más

influencia sobre él de la que él mismo suponía, o fueron mas

 bien incontrolables "aprovechando la ocasión" para vengarse de

los mexicas. Los supervivientes abandonaron la ciudad en los

siguientes tres días. Casi toda la nobleza estaba muerta, y los

supervivientes restantes eran en su mayoría niños muy jóvenes.

 Se estima que 240.000 mexicas murieron durante el asedio,

que duró ochenta días, por su parte Cortés cifra las muertes en

67.000 por combate y 50.000 de hambre. En las fuerzas

españolas, sobrevivieron 900 soldados, 80 caballos, 16 piezas

de artillería y 13 bergantines.
Es comúnmente aceptado que los aliados indígenas de Cortés,

 que podrían haber sumado hasta 200.000, fueron los principales

responsables del éxito, aunque su ayuda pasó virtualmente

 inadvertida y aparte de librarse de los mexicas, obtuvieron

 grandes beneficios. Dado que varios grupos grandes se

contaban entre los aliados, ninguno en particular fue capaz de

alzarse con el poder, algo de lo cual se benefició Cortés.



 

 


 





arte colonial 




Arquitectura
La disposición de los asentimientos por lo regular siguió dos estructuras básicas: una era la retícula en forma de damero que aunque su uso era común en las ciudades europeas de la época, era una solución adoptada por muchos pueblos debido a su sencillez, aunque no hay que olvidar que la distribución de las ciudades indígenas se debía más bien a una configuración espacial estrechamente ligada a su visión cosmológica del mundo y del universo.
La otra estructura fue la de los asentimientos que debieron adaptarse a los accidentes geográficos del terreno; en tales casos la traza seguía las irregularidades topográficas adecuando las calles y plazas a su entorno. Las fisonomías urbanas de carácter minero dispuestas muy cerca de los yacimientos y vetas de los minerales a veces coincidieron con las viejas ciudades españolas de origen moro.
En los albores de la época colonial, muchos de los templos y conventos levantados por las órdenes mendicantes que llegaron a la Nueva España (franciscanos, dominicos y agustinos), fueron concebidos con imponentes formas que semejaban fortalezas. Muchas de las fundaciones organizadas por estos frailes constructores, estaban dispuestas en la forma arriba descrita y las calles principales desembocaban en el templo, cuyos aspectos decorativos a nivel estético respondían al Barroco, Salomónico, Churrigueresco y Ultrabarroco.
Barroco
Surgió como una evolución gradual del estilo renacentista y su periodo de duración comprendió aproximadamente los primeros años del siglo XVII hasta los últimos del XVIII, aunque con sus propias etapas de desarrollo sistemático en la búsqueda de nuevas formas y líneas decorativas. El estilo alcanzó también a las obras de pintura y escultura realizadas durante la época.
Barroco sobrio o de transición
Tuvo un periodo de duración aproximadamente corto, probablemente de 1580 a 1630. Se caracterizó por el empleo de decoración vegetal en las enjutas de puertas y arcos, columnas divididas en tres secciones decoradas con estrías dispuestas de manera vertical, horizontal o en forma de grecas en zigzag y cornisas sobresalientes con modulaciones y retenimientos.
Barroco salomónico
La etapa de duración de esta fase del barroco se sitúa entre 1630 y 1730. Su introducción en el ámbito europeo se debió al arquitecto italiano Bernini, quien copió una columna que los árabes encontraron en un lugar en el que se suponía estuvo el templo de Salomón. El estilo incorporó el uso de estas columnas de formas helicoidales a la decoración general de fachadas de templos y edificios, retornando aspectos de la modalidad anterior y enriqueciéndolo con algunos motivos propios.
Barroco estípite o estilo churrigueresco
Se empleó como forma decorativa entre los años de 1736 y 1775 aproximadamente. Se desarrolló a partir de la re-interpretación hecha por arquitectos europeos, de columnas griegas que consistían en pedestales de forma piramidal invertida, coronados con bustos o efigies de dioses. Es introducido en España por el arquitecto José Benito de Churriguera tuvo su apogeo en México. Jerónimo de Balbás fue quien lo introdujo al país. Aunque se ha dicho que el estilo retomó cierta herencia del plateresco, su especial gusto por la recargada ornamentación lo llevó al extremo de creaciones cuajadas de guirnaldas, jarrones y angelitos que recubrían fachadas enteras.
Ultrabarroco
Es un recargo ilimitado de los aspectos decorativos del churrigueresco, que crea transformaciones y deformaciones de elementos arquitectónicos clásicos, barrocos y churriguerescos dando como resultado tortuosos elementos ornamentales que exaltan las proporciones. El estilo alcanzó gran perfección técnica en el modelado del estuco y el tallado de la madera.



Escultura
En escultura, la influencia de los Sevillanos, especialmente Juan Martínez Montañés, evoluciona a un arte dulce en las intimidades cristianas, como son los nacimientos, las figuras del Niño Dios y de los ángeles niños.
Las mascarillas permiten la fabricación rápida de rostros y los bastidores o armazones de madera que reemplazan las tallas de bulto.
Se tallaron gigantescos retablos en madera, la que se cubrió con hoja de oro, ornada con imágenes manieristas estofadas, combinadas con pinturas al óleo sobre tabla, salidas de los pinceles de Simón Pereyns, Andrés de la Concha, Juan de Arrué, los Baltazar Echave y otros, que crearon obras de sabor medieval, con características flamencas o italianas.


Literatura
En la lírica independiente se señalan dos grupos: el sevillano, con Francisco de Rioja, poeta de las flores y de los tópicos, Rodrigo Caro, y el Capitán Fernández de Andrada, y el grupo aragonés, con los hermanos Leonardo Argensola y Esteban Manuel de Villegas.
Francisco de Rioja Es un poeta de tono menor, de elegancia verbal, portador de todos los motivos de la tristeza y del desengaño barrocos. Su lírica, con gran sentimiento de la naturaleza, se detiene emocionada ante la valía o lo representativo de lo pequeño, asombrada ante su misma fugacidad. Consigue excelentes efectos de expresión con varios adjetivos.
En la escuela culterana destaca la figura de don Luis de Góngora y Argote, que nació en Córdoba en 1561 y allí residió después de estudiar Derecho Canónico en Salamanca. En su ciudad natal desempeñó un cargo en la Catedral, aunque sus preferencias estaban más inclinadas hacia actividades profanas. De temperamento sarcástico y burlón, se atrajo pronto la enemistad de Quevedo y Lope. Tras ser nombrado Capellán del Rey, su deficiente salud le obliga a volver a Córdoba, donde muere en 1627. Su obra poética es un excelente muestrario de virtuosismo lírico dentro del estilo culterano. Estudios recientes sobre su poesía le han sacado de la injusta incomprensión de que había sido objeto.
Dejando de lado la clasificación de dos épocas poéticas, sus obras forman dos grandes grupos:
Pequeños poemas, que comprenden sonetos, romances y letrinas.
Grandes poemas. Son obras de minorías: las Soledades y la Fábula de Polifemo y Galatea.
Entre los recursos estilísticos que utiliza podemos citar: abundantes cultismos; hipérbatos, a imitación latina; atrevidas metáforas... También son características de su poesía la musicalidad de sus versos y la sensación de color. Fue enemigo literario y personal de Quevedo.
En la escuela conceptista el autor más destacado fue Francisco de Quevedo y Villegas. Tanto en la poesía como en la prosa, Quevedo ofrece una gran variedad de temas y tratamientos. Por lo general, se aprecian dos orientaciones, una de carácter elevado, doctrinal o político, que en prosa se manifiesta en La política de Dios, La cuna y la sepultura, Vida de Marco Bruto y en poesía se refleja en poemas como Miré los muros de la patria mía o la Epístola satírico-censoria al Conde-Duque de Olivares y en otras poesías de tono ascético y reflexivo. Otra buena parte de sus obras tiene una intención crítica, burlesca y satírica: El caballero de la Tenaza, el Buscón y Los sueños, en prosa; y en verso un gran número de composiciones, romances, letrinas y sonetos, tomando como base cualquier hecho trivial y deformándolo hasta la caricatura. Dentro de las composiciones poéticas dedica gran parte de ellas a temas amorosos.
Su estilo se caracteriza por: los aciertos del lenguaje; la combinación de palabras y el juego de sus significados; los rompimientos sintácticos; la abundancia de metáforas. Hay que destacar que tanto Góngora como Quevedo fueron autores que, en ocasiones, escribían en el estilo correspondiente a la escuela a que no pertenecían.
También en verso, aunque no lírica, es la Poesía épica, en la que destacan Lope de Vega, con la Gatomaquia; Balbuena, con el Roncesvalles, y Alonso de Hojeda con la Cristiada.


Pintura
En pintura conservan el claroscuro y se aprecia la influencia de pintores españoles, italianos y flamencos.
Sobresalen las series o conjuntos de cuadros que además de adoctrinar, sirven para decorar claustros y refectorios. Son obras colectivas dirigidas por un maestro, donde intervienen varios ayudantes.
El siglo XVII es el siglo de oro de la pintura española. Esto se refleja en la pintura de su colonia, la Nueva España. Una parte importante de este movimiento artístico es su lucha contra el manierismo. Se destaca la influencia del tenebroso de Caravaggio. En la colonia se encuentra una abundancia de artistas, que se dedicaban a hacer cuadros casi exclusivamente para la iglesia y nobles.
Esta es la época de auge del Óleo sobre lienzo. Los cuadros son de tamaños descomunales. Y en ellas se pacta una escasez de burguesía.

organizacion sosial y aconomica 
Además de los virreyes, existía en América una institución judicial llamada la Audiencia, constituida por unos ocho oidores que controlaban a las autoridades políticas. Los virreyes, además, eran visitados con frecuencia por representantes del rey para supervisar su fidelidad a la Corona. Este complicado aparato político respondía, en parte, a la preocupación constante de la Corona española por controlar sus territorios en América. Pero también reflejaba los debates internos del gobierno español, que por un lado fomentaba el afán de lucro y el trabajo forzado de indígenas y de africanos, pero por otro lado expedía leyes para proteger los derechos cristianos de los indígenas y prevenir los abusos. La autoridad era contradictoria y difusa. Un dicho común en las colonias era: “la ley se acata pero no se cumple”, es decir, se reconocía el mandato del rey, pero sus leyes tenían poco impacto en la práctica. Por ejemplo, por razones religiosas y políticas, en todos los territorios españoles estaba prohibido el tráfico de esclavos –los traficantes de esclavos eran ingleses, franceses, portugueses y holandeses–, pero en realidad la compra y venta de esclavos africanos fue una parte fundamental de la economía colonial.
La pirámide social de las colonias ibéricas era bastante fija, y estaba basada en una claradistribución desigual de la riqueza, el trabajo y la raza. En la cima de la pirámide, con el mayor poder político y económico, estaban los españoles venidos de Europa. Junto a ellos, pero con menor influencia política, estaban los criollos: americanos de "pura sangre" española que generalmente eran latifundistas y tenían pleno acceso a la educación. En el estrato medio, casi siempre artesanos o pequeños propietarios de tierras, estaban los mestizos: estos eran una mezcla de indígena y español. En escala descendiente había un gran número de otras "castas" o mezclas raciales: mulatos (negro y español), zambos (negro e indígena), etc. Por fin, en la base de la pirámide y destinados a los trabajos más duros en las minas y la agricultura, estaban los indígenas y los esclavos africanos.
Estas estructuras políticas y sociales también se expresaban en el desarrollo urbanístico. Las ciudades se organizaban alrededor de una plaza mayor central, donde se hacía el mercado semanal, y donde se encontraba el palacio de gobierno y la iglesia principal o catedral. Cerca de la plaza vivían las personalidades más influyentes –autoridades, familias adineradas de españoles o de criollos–, y estaban los conventos y las universidades. En la periferia vivían los ciudadanos de menor categoría: mestizos, mulatos, indígenas. Así, las ciudades reflejaban la estratificación de la colonia, basada en la “pureza” de sangre española, y con muy pocas posibilidades para ascender en la escala social. Pero esta estructura expresa también el continuo contacto entre clases y grupos diferentes en la plaza mayor, para el mercado, las Audiencias, y las festividades religiosas que, además del contacto sexual entre las distintas castas, creó el sincretismo cultural y racial que hoy caracteriza a América Latina


literatura colonial 




La literatura colonial, es aquella que tuvo lugar en América mientras las potencias europeas mantenían el control político y administrativo. En sus relatos se combina la tradición literaria de Europa con la cultura americana autóctona, en un contexto de continuas luchas por el poder y sueños independentistas. El renacimiento español y el fervor religioso también fueron claves en la literatura colonial hispoanoamericana.
Hacia finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, los movimientos de emancipación comenzaron a ganar fuerza. Surgió entonces una corriente literaria en apoyo de estas ideas de libertad e independencia, con obras muy distintas a las escritas a comienzos de la conquista pero que, de todas formas, suelen englobarse dentro de la categoría de literatura colonial.
Fray Bartolomé de las Casas (1484-1566, autor de “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”), Álvar Núñez Cabeza de Vaca (1507-1559), Bernal Díaz del Castillo (1492-1584), Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616) y Felipe Guamán Poma de Ayala (1536-1616) son algunos de los principales cronistas de la literatura colonial.
    Sor Juana Ines de la Cruz 



Entre los estudiosos de Sor Juana ha habido discusión sobre el presunto feminismo que cierto sector de la crítica le atribuye a la monja. Los feministas han querido ver, en la Respuesta a Sor Filoteay en la redondilla Hombres necios, auténticos documentos de liberación femenina. Otros eruditos, principalmente Antonio Alatorre, refutan esta teoría. Para Alatorre, la redondilla satírica en cuestión carece de rastros feministas, sino ofrece un ataque moral señalando la hipocresía de los hombres seductores, cuyos precedentes pueden encontrarse en autores como Ruiz de Alarcón: no era nada nuevo atacar la hipocresía moral de los hombres con respecto a las mujeres. La Respuesta sólo se limita a exigir el derecho a la educación de la mujer, pero restringiéndose a las costumbres de la época. No se trata de una crítica directa; es una defensa personal, a su derecho al saber, al conocimiento, a la natural inclinación por el saber que le otorgó Dios. 
Así, para Stephanie Marrim, no puede hablarse de feminismo en la obra de la monja, pues sólo se limitó a defenderse: las alusiones feministas de su obra son estrictamente personales, no colectivas.  Según Alatorre, Sor Juana decidió neutralizar simbólicamente su sexualidad a través del hábito de monja.  Sobre el matrimonio y su ingreso al convento, la Respuesta, afirma:
Aunque conocía que tenía el estado cosas […] muchas repugnantes a mi genio, con todo, para la total negación que tenía al matrimonio, era lo menos desproporcionado y lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad que deseaba de mi salvación.




 

2 comentarios: